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sábado, 1 de junio de 2013

GP de Italia Vientos de revolución en Mugello

Vientos de revolución en Mugello
El vigente campeón de Moto GP, Jorge Lorenzo. / Archivo
Lorenzo aspira a que su Yamaha dé mejores resultados que en Le Mans, mientras las Ducati quieren refrendar en casa las buenas sensaciones de Francia
 
Marc Márquez ha sido la sensación del inicio de Mundial en MotoGP mediante una apuesta por la valentía a veces desmedida. Nadie puede dudar de tal afirmación a tenor de las audiencias televisivas, los piropos de extraños y las guerras psicológicas con los propios compañeros. Dani Pedrosa, por el contrario, ha sido la cautela, la personificación de la madurez aprendida a base de cicatrices en batallas baldías. Lo que sí han tenido los dos pilotos en común es que sus respectivas Honda han estado a la altura. Sin críticas ni quejas más allá de los altibajos característicos en un comienzo de temporada.
Por este motivo el circuito de Mugello es uno de esos lugares que se marcan en el calendario con rotulador rojo y subrayado amarillo. Un punto de inflexión. Lo será, en gran medida, para Jorge Lorenzo y su Yamaha, ya que el velódromo es el más apropiado para los aspectos positivos de la máquina. No quiere repetir la decepción de tierras francesas. Reza para que ‘Il Canto degli Italiani’ siga mejor el guión establecido que ‘La Marsellesa’. El trazado de 5.243 metros está reputado por las exigencias que supone tanto a pilotos como a ingenieros. Las curvas dos y tres darán la clave final. Son las que usará el mallorquín para acortar puntos en el Mundial. No será el único.
Durante el Gran Premio de Italia que se celebrará este fin de semana habrá nuevos niveles de competición para así dejar en el olvido la monotonía de carreras pasadas. Sobre todo, con competidores neófitos en busca del triunfo. Los peones negros de la carretera se rebelan contra sus reyes. Algo de agradecer. Ducati es la que marca ese camino de poner sobre el asfalto algo más que la pose para la fotografía de la salida. En Le Mans, Andrea Dovizioso y Nicky Hayden ya avisaron que las ‘balas rojas’ no eran disparadas por actores aficionados, sino por profesionales que aspiraban a llevar algo más que una imitación. En la tierra santa del motociclismo, para cualquier ‘tifossi’ que se aprecie, tienen la oportunidad de reivindicarse.
Bajo el sol de la Toscana, Mugello representa la esencia de la zona sobre la que está edificado. A poca distancia de Florencia, el arquitecto que lo diseñó, Mario Boan, lo creó tratando de captar lo que significaba la nueva era tecnológica que se empezaba atisbar en el comienzo del siglo XX. En 1914 se inauguró como el comienzo de un nuevo Renacimiento en lo que al motor se refería. Al menos así fue como lo definió el propio Boan, quizá, quién sabe, inspirado porque su puerta de acceso está exactamente 40 kilómetros del taller de Verrocchio, casa de Leonardo Da Vinci en 1478, donde dibujaba con escritura espectacular su ingeniería imposible. Desde 1988 es el patio de recreo de Ferrari para que corran en él todos los grandes nombres de la firma italiana.
Rossi, en su paraíso terrenal exclusivo
En mitad de esta arquitectura florentina, Valentino Rossi volverá a su paraíso terrenal exclusivo para colocarse la doble máscara veneciana de la comedia y la tragedia. La primera porque es la tierra en la que se siente como si corriera por las estrechas calles de su Urbino natal. La segunda se la pone al recordar el lugar de sus vaivenes para despistar al fisco italiano con un simple guiño, llevándose una parte de lo ganado a la república de San Marino, un par de bosques más allá de la pista.
La afición que se acercará es la otra parte de un feudo casi centenario. Son los descendientes de un grupo de livorneses que dejaban sus casas a 128 kilómetros para edificar ladrillo a ladrillo este santuario. Los mismos que siete años después en Livorno crearían el Partido Comunista Italiano. De ahí que sus herederos, en ese mismo sitio, les rindan un particular homenaje en forma de banderas como merecen. Son las mismas que ondearán mientras Lorenzo trata de recordar a Márquez, que le perdonó, pero no olvida lo de Jerez. O las que verán mecidas por el viento Dovizioso y Crutchlow por el rabillo del ojo, mientras tratan de desestabilizar la tormenta tranquila que es el corazón de Pedrosa cuando corre en Italia. Una nueva revolución sobre dos ruedas ha comenzado.

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