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lunes, 16 de febrero de 2015

Stella del Carmen, la hija ejemplar de Antonio Banderas empieza a volar sola

Ha cumplido 18 años, tiene novio formal y planea mudarse a Nueva York, donde irá a la universidad

Jorge Guerrero
 Stella del Carmen, Melanie Griffith y Antonio Banderas en agosto de 2012
Aguantó estoicamente el tipo durante once minutos de discurso sentido y emocionado. Aguantó, hasta que se acordó de ella... «Se lo dedico a quien quizá haya sufrido más mi pasión por el cine, mis ausencias prolongadas, mis compromisos profesionales…

La persona de la que me perdí los mejores planos, las mejores secuencias y que, sin embargo, ha sido mi mejor producción. Te dedico este premio pidiéndote perdón a ti, Stella del Carmen. A ti, hija mía». En ese momento, con el Goya de honor en la mano y el público ovacionándole desde el patio de butacas, a Antonio Banderas (54) se le quebró la voz.
Apenas veinte minutos después de ese emotivo instante, en Los Ángeles, Melanie Griffith (57) subía una fotografía en su cuenta de Instagram. «Guapísima Stella con su novio Ari! Truelove», escribía para acompañar una imagen en la que su hija -melena larga y rubia, ojos verdes y un increíble parecido a la propia Griffith- abrazaba a un chico alto, moreno y sonriente del que no se conoce más que su nombre de pila. Era la confirmación gráfica -y quizá un mensaje encriptado para su ex- de que Stella hace mucho tiempo que dejó de ser una niña.

De Málaga a Aspen

El pasado 24 de septiembre, Stella del Carmen Banderas cumplió 18 años. La pequeña de la casa se hacía oficialmente mayor. Sus padres se conocieron durante el rodaje de «Two much» en 1995. Griffith aportaba dos hijos más a la pareja: Alexander (28), fruto de su primer matrimonio con el actor cubano Steven Bauer, y Dakota (25), la hija que la actriz tuvo con Don Johnson. Pero aunque creció en el seno de una saga de pedigrí cinematográfico (no hay que olvidar que su abuela, Tippi Hedren, fue musa de Hitchcock), Stella ha llevado una vida relativamente normal y anónima. Los veranos y la Semana Santa los pasaba en Málaga, con sus tíos y sus primos; el resto del año, los Banderas vivían entre Los Ángeles, donde la niña asistía a una escuela privada, y Aspen (Colorado), donde la familia tiene una residencia. No todo en su infancia ha sido idílico, claro. En 2009, cuando tenía 12 años, su madre ingresó en rehabilitación para superar una adicción a los fármacos.

Pero el sonado divorcio entre Banderas y Griffith el año pasado lo cambió todo, por muy amistosa y poco beligerante que haya sido la separación. Dicen que Stella ha sido el gran apoyo de Griffith en los últimos meses. Con su padre, la comunicación también es fluida y hablan a diario por teléfono. Stella y él siempre han tenido una relación estrecha. Era habitual verles juntos a pie de pista en los partidos de Los Angeles Lakers. Consciente de las prolongadas ausencias que le exigía su carrera, Banderas tenía por costumbre reservar un día a la semana para estar con ella. Los dos solos. «Tenemos una cita cada semana. Salimos a cenar y así podemos hablar y pasar tiempo juntos», le contó el actor a «People» en 2010. Stella también está muy unida a su hermana. De hecho, el año pasado viajó a Vancouver para visitarla durante el rodaje de «Cincuenta sombras de Grey», que ya ha convertido a Dakota en una estrella.
Aunque Stella también creció en los rodajes de sus padres y le gusta el cine, nunca ha soñado con ser actriz. Siempre ha sido una buena estudiante -de sobresaliente, ha llegado a presumir su padre-, que disfruta de la literatura, la poesía, la escritura y que siente, como el propio Banderas, inquietud por la filantropía. El año que viene dejará Los Ángeles para mudarse a Nueva York, donde irá a la universidad. «Yo probablemente me instalaré allí, así que la voy a tener muy cerquita», explica el actor.
Stella del Carmen no es una adolescente convencional: no tiene cuentas públicas en las redes sociales, no asiste a eventos (solo ha pisado una alfombra roja acompañando a sus padres) y no se le conocen indiscreciones. Sabe lo que pesan sus apellidos y, de momento, ha escogido la discreción. Su padre ha dicho de ella que es «cauta», «reflexiva» y «cariñosa», y que tiene la cabeza bien puesta sobre los hombros. No ha sido una adolescente problemática, sino una estudiante aplicada, sociable y en la que sus padres siempre han confiado. Ahora, empieza una nueva etapa para ella. Lejos de casa, lejos de sus padres, lejos de su famosísima familia, lejos de Los Ángeles… Ahora, empieza la segunda parte de su vida.

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