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lunes, 8 de septiembre de 2014

Bacterias a ritmo de Village People


 Estudiantes de la Universidad de Valencia compiten en un concurso científico organizado por el MIT con un riguroso proyecto de biología sintética explicado como si fuera un loco musical
The STOOL, biología sintética a ritmo de Village People
En un primer vistazo y sin saber mucho de biología sintética (ni de biología en general), el vídeo sobre estas líneas puede parecer una gamberrada divertida de unos universitarios con sentido del humor y ganas de pasarlo bien.
 Puede que haya un poco de eso, pero lo que cuentan estos estudiantes a ritmo de la pegadiza canción «YMCA» de Village People lleva detrás muchas horas de trabajo y un proyecto científico ambicioso y muy riguroso.
El vídeo es la carta de presentación de un equipo de nueve estudiantes de la Universidad de Valencia para competir en la décima edición del concurso IGEM (Competición Internacional de Máquinas Modificadas Genéticamente) que el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston (EE.UU.) organiza cada año. En esta ocasión participan 250 equipos de jóvenes de todo el mundo, en total unas 3.000 personas, con proyectos que giran alrededor de la biología sintética, una parte de la biotecnología.
«El vídeo es divertido, pero no nos engañemos, detrás hay muchas horas de trabajo», afirma Manuel Porcar, investigador del Instituto Cavanilles de la Universidad de Valencia y coordinador del proyecto, llamado «The STOOL». El nombre responde a un juego de palabras, «stool» es taburete en inglés y es el acrónimo de las cuatro «patas» sobre las que se sostiene la biología sintética: «estandarización, estabilidad, ortogonalidad y «open licence» (un tipo de propiedad intelectual».
El proyecto pretende probar esos cuatro pilares sobre un organismo, la bacteria E.coli, muy popular en los laboratorios. «La estandarización se refiere a la universalidad de las partes, qué trozos de ADN que son universales; la estabilidad habla de en qué condiciones funcionan (por ejemplo, a partir de qué temperatura) y la ortogonalidad implica si las piezas son modulares, es decir, si cambio una qué repercusiones tiene en el resto del organismo», resume Porcar. En cuanto al «open licence» (contenido abierto), «se trata de dilucidar a quién pertenece el ADN».
«Soprendentemente, nuestro trabajo demuestra que muchos aspectos de esos pilares no se cumplen», dice el coordinador. «Los seres vivos están producidos por la evolución, de manera distinta a las máquinas, y eso los hace mucho más difíciles de tunear, de desmontar y volver a montar. Son mucho más complejos», explica.
Los estudiantes expondrán su trabajo en noviembre en Boston. Por el momento, han demostrado que la música, las pelucas y los disfraces también tienen su sitio en el laboratorio.

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