FOTO: @simpulso
Un extraterrestre disfrazado de jubilado (pantalón de pana, gorra verde) tomó mi taxi en el Paseo de la Castellana dirección sur, pero a la altura de Colón nos encontramos con vallas y agentes de policía desviando el tráfico.
Nos dijo un policía que en esos instantes se estaba celebrando una Misa por la Familia Cristiana, lo cual a mi usuario le sonó a chino y quiso asomarse para ver qué
demoniosera eso.
En la plaza había un inmenso escenario custodiado por una enorme cruz, y pantallas gigantes emitiendo imágenes de un nutrido grupo de señores mayores con túnicas blancas. Por los altavoces, uno de ellos hablaba con voz profunda de lo que tenía que ser la familia. El usuario me preguntó que, si esos señores se las daban de expertos en familia, por qué no había una sola mujer sobre el escenario. Yo le dije que esos hombres con sotana no podían casarse ni procrear, pero que hablaban en nombre de un personaje nacido hace siglos de la unión de una virgen y una paloma y que después lo mataron y colgaron en una cruz y acabó resucitando para salvarnos a todos.
-¿Salvarnos de qué? -me preguntó.
-Del mal, supongo.
-¿Con “el mal” se refieren, por ejemplo, a las plagas, las guerras o las catástrofes naturales?
-No. No sé. Tal vez se refieran a salvarnos del mal que pudiéramos albergar dentro.
-¿El mal de dentro? ¿Hablas de engendrar a un bebé enfermo o con malformaciones? ¿Hablas de erradicar ese mal para evitar que sufra en vida?
-No, bueno… es justo lo contrario. En ese caso han conseguido cambiar la ley para obligar a las mujeres a que ese niño nazca.
En esto el extraterrestre hizo una llamada: “Oye, que yo lo dejo. Venid a buscarme”, le escuché decir.
Y salió corriendo.
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