Modelo a escala de un jabeque español del siglo XVIII
A lo largo de los siglos, la historia del Armada y su Arsenal en Cartagena ha estado ligada al desarrollo de la ciudad. Desde mediados del siglo XVIII, sus astilleros vieron crecer una importante actividad en la construcción de buques de todo tipo que contribuyeron al crecimiento de Cartagena y fueron además, instrumentos indispensables al servicio de la marina española.
Desde los inicios hasta la actual serie 80 de submarinos en construcción, el capitán de navío y novelista Luis Delgado Bañón, ex director del Museo Naval de Cartagena, destaca el siglo XVIII como el de mayor importancia por los navíos y fragatas que salieron de los astilleros del Arsenal. “El siglo XVIII es cuando empiezan a construirse los mejores barcos de Cartagena y el primero de todos ellos es el Septentrión, diseñado por el ingeniero inglés Edward Bryant y traído desde Inglaterra por el también ingeniero naval Jorge Juan”, explica Delgado. “Pertenecía a la serie ‘Jorge Juan’ también llamada ‘inglesa’ y fue botado en 1754. Combatió a los corsarios argelinos y fue enviado a Cartagena de Indias, en este caso para luchar contra los piratas holandeses en el Caribe”.
Tras los planos del ingeniero inglés, salieron de los astilleros cartageneros dos series más de navíos que sirvieron a la Armada española para mantener su hegemonía en los mares de medio mundo durante todo el siglo XVIII. La Gautier, de diseño francés, cuyo mejor exponente fabricado en Cartagena fue el San Justo. “Era un diseño más alargado y menos marinero. Luchó en la batalla de Trafalgar y auxilió al navío Príncipe de Asturias que mandaba la escuadra española”. El San Justo se salvó de caer en manos inglesas y fue el que más duró de todos los españoles que participaron en Trafalgar. Se hundió en el puerto de Cartagena en 1828.
Los ildefonsinos
Pero los barcos más avanzados y marineros, aunque de origen francés, tenían diseño español. El mejor navío del siglo XVIII salió de los planos de Romero Landa, primer ingeniero al servicio de la marina española y cuyo diseño inauguró “la mejor serie naval de la época, los ildefonsinos. El primero de todos, el San Ildefonso de 74 cañones, se construyó en Cartagena en 1784 y fue crucial para la Armada”. El San Ildefonso se mostró mejor en todo a los diseños franceses e ingleses, “era más maniobrable, más marinero y ágil que los navíos anteriores, tal y como se demostró en una operación naval contra los corsarios argelinos". José Romero y Fernández de Landa modernizó la Armada de su tiempo, “le quitó a sus barcos todos los adornos innecesarios y consiguió que fueran más sobrios y rápidos. También cambió el roble y utilizó más pino porque era más ligero, pino que precisamente se sacó de la Sierra del Segura”, aprecia Delgado.
El San Ildefonso fue el mejor barco de la Armada del último cuarto del siglo XVIII y también luchó en Trafalgar donde resultó apresado por los ingleses tras batirse al mando del comandante José Vargas con los navíos ingleses Thunder y Defiance. Después de su captura, sirvió con el mismo nombre en la marina inglesa. Su bandera de combate, entregada en Cartagena en 1785, se conserva en el Museo Nacional Marítimo de Londres.
Si el San Ildefonso fue el primero, el que concluye la serie, el Conquistador, también se botó en el Arsenal en 1791 y fue prácticamente uno de los últimos navíos de España. Con dos puentes y líneas de cañones, fue el marino Cosme Damián y Churruca quien navegó durante 3 años a su mando siendo entregado a Francia con todos sus pertrechos por la nefasta política de José Godoy hacia la Armada de finales del XVIII.
El jabeque ‘Murciano’
Entre grandes navíos y fragatas merece mención aparte el jabeque, una pequeña embarcación que montaba vela latina y entre las cuales destacó el ‘Murciano’. Rápido y certero, este jabeque de diseño español, construido en Cartagena en 1779, fue el azote de los buques ingleses que surcaban el Mediterráneo de los cuales capturó varios durante sus años de servicio. “El mismo Antonio Barceló estuvo a su mando y más tarde se hizo famoso por sus logros contra los ingleses”.
El jabeque Murciano consiguió escapar de buques mucho más grandes por su velocidad y terminó sus días sirviendo como buque de guardia en el Arsenal de El Ferrol. Los jabeques construidos en Cartagena y Palma de Mallorca fueron el principal baluarte para acabar con el terror de las incursiones de piratas berberiscos en todo el litoral español, “eran barcos que por su velocidad podían interceptar a las escuadras de piratas y gracias a su presencia en las costas, los pueblos del Mediterráneo pudieron ocupar y trabajar miles de hectáreas de cultivo abandonadas por el terror hacia los corsarios”.
Después de Trafalgar, los buenos tiempos no volvieron al Arsenal hasta el reinado de Isabel II, cuando en 1849 se acometieron obras de mejora en sus diques que le devolverían parte del esplendor. Pero el predominio de los navíos españoles ya hacía tiempo que se había perdido. Atrás quedaba el siglo XVIII, cuando los últimos y mejores navíos de España se construyeron en los astilleros de Cartagena.
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