Los simios huérfanos pasan más tiempo angustiados tras un episodio desagradable, mientras que los que han sido criados por sus madres son más estables y empáticos
Archivo
Investigadores estadounidenses que estudian los bonobos (Pan paniscus), los parientes vivos más cercanos al ser humano junto a los chimpancés, han descubierto sorprendentes similitudes entre el desarrollo emocional de los ejemplares jóvenes de esa especie y nuestros niños. En concreto, los científicos sugieren que estos grandes simios regulan sus emociones de una manera muy parecida al la humana.
Primatólogos del Centro de Investigación Nacional de Primates Yerkes de la Universidad Emory, entre los que se encuentra el famoso Frans de Waal, llevaron a cabo su estudio en un santuario de bonobos cerca de Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo. Los resultados se publican en el último número de la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) de EE.UU.
Los científicos grabaron en vídeo la vida social cotidiana en el santuario para conocer cómo los bonobos manejan sus propias emociones y la forma en que reaccionan ante las emociones de los demás. Descubrieron que los dos factores estaban relacionados, ya que los bonobos que se recuperaron rápida y fácilmente de sus propios trastornos emocionales, como por ejemplo después de perder una pelea, mostraron una mayor empatía hacia sus compañeros. Esos ejemplares ofrecían confort corporal (besos, abrazos y caricias) a los otros simios desamparados o angustiados.
El bonobo es genéticamente similar a los seres humanos, como también lo es el chimpancé. Se le considera el gran simio más empático. «Esto convierte a la especie en un candidato ideal para las comparaciones psicológicas», dice De Waal. «Cualquier similitud fundamental entre los humanos y los bonobos probablemente se remonta a su último ancestro común, que vivió hace unos seis millones de años», continúa.
Los investigadores creen que si la forma en la que los bonobos manejan sus propias emociones predice cómo reaccionan ante las de los demás, esto demuestra cierta regulación emocional, como la capacidad de moderar las emociones fuertes y evitar excitarse demasiado. En los niños, la regulación emocional es crucial para el desarrollo social sano. Los niños socialmente competentes mantienen los bajones y alzas de sus emociones dentro de los límites. «Un vínculo estable entre padres e hijos es esencial para esto, por lo que los huérfanos humanos suelen tener problemas para manejar sus emociones», dicen los autores del estudio.
En el santuario de bonobos que aparece en el estudio muchos ejemplares son víctimas de la caza. Cuando una cría se queda sin su madre, madres sustitutas humanas se ocupan de cuidarlos, una atención que se prolonga durante años hasta que los bonobos son transferidos a un recinto boscoso con individuos de todas las edades. «En comparación con sus pares criados por sus madres, los huérfanos tienen dificultades para manejar la excitación emocional», dice Zanna Clay, coautora del estudio. Ella observó que a los huérfanos les cuesta mucho más tiempo recuperarse de un disgusto o de un episodio desagradable. «Siguen muy molestos, gritando durante minutos después de una pelea en comparación con los pequeños criados por su madre, que lo superan en cuestión de segundos».
Un tema tabú
«Las emociones en animales han sido científicamente tabú», dice De Waal, pero cree que estos estudios que se centran en las emociones pueden proporcionar información valiosa sobre los seres humanos y de nuestra sociedad. «Al medir la expresión de angustia y excitación de los grandes simios, y cómo las hacen frente, hemos sido capaces de confirmar que la regulación emocional eficiente es una parte esencial de la empatía. La empatía permite a los grandes simios y a los seres humanos absorber el sufrimiento de los demás sin estar demasiado angustiados ellos mismos», continúa De Waal. Esto también explica por qué los bonobos huérfanos, que han experimentado un trauma que afecta el desarrollo emocional, son menos competentes socialmente que sus iguales criados por sus madres.
Los investigadores creen que estas similitudes entre simios y hombres son importantes para la historia evolutiva humana, ya que muestran que el marco socioemocional general aplicado a los niños funciona igual de bien para los monos. Utilizando este marco, los investigadores pueden probar las predicciones de comportamiento de los grandes simios y, como en el caso de este estudio, confirmar que seres humanos y simios comparten muchos aspectos del funcionamiento emocional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario