Desde que el muchacho salió escopeteado de esa casa hace unos meses con todas sus cosas, no se habían visto. Nosotros dormíamos tranquilos pensando que este calvario de relación se había terminado por completo. A él lo vimos de fiesta con unas y con otras, y ella empezaba a salir con sus amigas de toda la vida y cada día parecía tener el carácter menos agrio, teniendo en cuenta que su carácter es el que es. Pero no, el ‘culebrón vampiros’ sigue adelante.
Mi teoría es la siguiente: una vez que ha pasado el temporal y que ambos han aceptado la idea de perderse, se han dado cuenta de que se quieren y que es más fácil de lo que parece.
Se dicen cosas bonitas por WhatsApp, se mandan emoticonos y hacen planes de viajes, actividades varias… Esa parte es la mejor. Cuando se ponen acalorados se mandan fotos provocadoras y proyectan en sus cabezas un amor perfecto. Pero… ¿Qué pasaría si metieras tus cosas de nuevo en esa casa y te acostaras y te levantaras cada día con la loca de la Stewart? Piénsatelo muy bien, Robert de mis amores, porque el que nace lechón, muere cochino. Fin de la cita.
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