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viernes, 21 de junio de 2013

Un modo infalible para lograr que nuestros niños se laven los dientes

Se lo repetimos a nuestros niños sin parar, en casa, en el colegio, en series de televisión… Es importante lavarse los dientes, de no


hacerlo salen unos agujeros en los dientes que duelen mucho. Para motivarles les compramos cepillos de dientes y tazas de enjuague con sus personajes favoritos como la que véis de Pocoyo o pastas coloridas que parecen chuches.
Pero es una de esas labores que invitan al escaqueo. Ya sea porque se están quedando dormidos, porque vamos con prisa, por estar en casa ajena… al final es una excepción demasiado frecuente que sea algo que se pase por alto y la consecuencia es que los niños deducen que no es algo tan importante, algo imprescindible. Nuestras palabras dicen que sí, pero el día a día dice que no. Si encima los adultos no damos ejemplo, la guerra es fácil que esté perdida.
Pues he encontrado un modo infalible de interesarles por el cepillado diario, de transmitirles la importancia del cuidado de los dientes. Lo he probado con varios niños y todos quedan fascinados.
Hablo de una magnífica serie de nuestra infancia: Érase una vez la vida.  Creo que es imposible no conocerla, su sintonía reside en el fondo del cerebro de todos los que nacimos en los años 60 y 70. Puede que incluso en los 80. Julia, su prima y varios amigos han visto bastantes episodios, pero el que más les fascina a todos es el de La boca y los dientes, junto con el de La piel.
Viéndolo tienen clarísima la importancia del cepillado de dientes. Algo trascendental en niños con autismo, como Jaime, que si tienen que pasar por el dentista es fácil que tengan que someterse a anestesia general y con los que un dolor de muelas puede pasar desapercibido ya que no pueden hablar e indicarnos dónde les duele.
Los pequeños héroes de la infancia también ayudan.

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