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sábado, 11 de octubre de 2014

El error de protocolo que ocasionó la última víctima de viruela

En 1978, la británica Janet Parker falleció tras contraer la enfermedad por un error cometido en un laboratorio de investigación
El error de protocolo que ocasionó la última víctima de viruela
El contagio de la auxiliar de enfermería que atendió al misionero Manuel García Vejo con el virus del ébola ha desatado todo tipo de especulaciones acerca de cómo contrajo el virus. Una de las teorías más extendidas apunta a un fallo del protocolo de seguridad establecido para evitar la propagación del virus.
 
Aunque parezca extraño, ese tipo de situaciones suele producirse con relativa frecuencia en el ámbito sanitario. En algunas ocasiones, sus consecuencias pueden llegar a ser catastróficas. Una víctima de esos errores fue la fotógrafa británica Janet Parker, a la que una serie de desgraciados fallos convirtió en la última víctima mortal del virus de la viruela.
Todo comenzó, tal y como nos recuerda el blog “Memento Mori”, en 1978, justo cuando la Organización Mundial de la Salud se planteaba declarar la erradicación de la viruela en la naturaleza. Tan solo unas pocas cepas del virus se conservaban en algunos laboratorios.
El 24 de agosto de ese año, Janet Parker ingresó en un hospital de Birmingham con fiebre y erupciones cutáneas. Aunque a primera vista las lesiones parecían benignas, los análisis demostraron que se trataba de una de las variedades más virulentas de la viruela.
Las alarmas saltaron rápidamente y, mientras Parker era trasladada a una unidad de aislamiento y se ponía en cuarentena a todas las personas que habían tenido contacto con ella, las autoridades comenzaron a investigar cómo era posible que una ciudadana británica se hubiese contagiado con una enfermedad que se creía exterminada.
Pronto, descubrieron que la mujer trabajaba para el Departamento de Anatomía de la Escuela Médica de la Universidad de Birmingham, en unas oficinas situadas justo encima de un laboratorio que se dedicaba al estudio de enfermedades contagiosas, entre ellas la viruela. Aunque el comité encargado de investigar el asunto no pudo determinar cómo ocurrió, una deficiente manipulación del virus en el laboratorio hizo que este viajara por un conducto de aire y se dispersara en el piso superior.
Allí fue donde se contagió la fotógrafa, ya que se encontraba ordenando el material fotográfico contenido en la sala contaminada y permaneció en ella mucho más tiempo del habitual. A consecuencia de la infección, y pese a haber sido vacunada contra la enfermedad en 1966, Janet Parker falleció el 11 de septiembre de 1978.
Sin embargo, el informe final de la investigación desveló muchas irregularidades más. Así, los técnicos comprobaron que pese a su prestigio el laboratorio no cumplía con los requisitos mínimos de seguridad recomendados por la OMS.
Lo más grave del asunto era que esas deficiencias habían sido detectadas en varias inspecciones anteriores y, aunque los responsables de la institución no las habían subsanado, se permitió que siguiera con su tarea habitual. Además, parte del personal que trabajaba en las instalaciones no poseía una formación adecuada a la peligrosidad de lo que estaba manipulando.
El asunto provocó una gran polémica política y mediática en el Reino Unido. A consecuencia de ella, Henry Bedson, director del laboratorio se suicidó apenas cinco días antes de la muerte de Parker. El asunto llegó a los tribunales y el laboratorio fue juzgado. Sin embargo, la imposibilidad de confirmar la forma de contagio hizo que fuera declarado no culpable. El marido de Parker tan solo recibió una compensación de 25.000 libras por la muerte de su mujer.
Tras este desgraciado incidente, las leyes y protocolos que regulaban la manipulación de enfermedades infecciosas en Gran Bretaña sufrieron una profunda reforma encaminada a evitar que se produjera un nuevo caso como aquel. Por desgracia, el cambio legal llegó demasiado tarde para Janet Parker, quien tuvo el triste honor de pasar a la historia como la última víctima mortal de la viruela.

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