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martes, 30 de septiembre de 2014

Últimas noticias de Bob Dylan: discos, gira y renovada candidatura al Nobel

Publica disco nuevo y recupera una versión completa de «Basement tapes», además de regalar canciones para un disco a otros músicos
Una imagen reciente de Bob Dylan
 
Dylan en la época mítica
Robert Allen Zimmerman, Bob Dylan por decisión propia, es probablemente el más importante de los artistas del siglo XX todavía vivos.

Con sus letras de fuego casi bíblico y su raro cantar nasal cambió la manera de contar el mundo. Pero a sus 73 años, el poeta se exprime para continuar siendo vigente también en el siglo XXI. Además, de paso hace caja, en todos los frentes y sin complejos.
En febrero de este año, Dylan irritó a esos parroquianos tan sumamente despistados que todavía lo tienen catalogado como un profeta político. En el descanso de la Super Bowl, con una audiencia de 115 millones de telespectadores, protagonizó con su adusta cara de palo un anuncio de automóviles Chyrsler, y además cedió una canción de su obra maestra, el disco «Blonde on Blonde» de 1966, para… ¡un spot de yogures con un osito goloso!
En mayo, inesperadamente, subió a su web la carátula de un nuevo disco, titulado «Shadows in the night», y el adelanto de uno de sus cortes, una recreación de una suave canción de 1945, que había cobrado fama en su día en la voz de Sinatra. La versión de Dylan, encarnado en un fino crooner, era estupenda, delicada y elegante. Pero del disco, previsto para agosto, nunca más se supo. Se especula con que puede ser todo de versiones y publicarse a final de año.
Como compensación, sigue poniendo en valor sus archivos, las llamadas «Bootleg Series». La entrega número once de esa colección de tesoros extraviados verá la luz el 4 de noviembre. Esta vez el bocado es suculento: «The basement tapes complete». Es decir: todas las canciones de sus misteriosas sesiones con The Band en su retiro rural de 1967. Seis discos con 138 temas, aunque se ofrecerá también una versión más económica y menos exhaustiva, con 38 canciones.

Grabaciones del sótano

Las cintas del sótano son el particular grial de la nutrida secta de los dylanólogos. En 1965, Bobby les puso los pelos como escarpias a los santurrones del festival folk de Newport, presentándose en el santuario progre de la guitarra de palo con una descarga eléctrica. A partir de ahí, explotó creativamente con su trilogía psicodélica, su cima, que incluye la que para muchos la mejor canción de la historia, «Like a Rolling Stone». En directo asombró con sus conciertos enchufados junto a The Hawks, una pandilla de canadienses errantes que luego serían The Band. Dylan era el rey del mundo, aunque a veces los folkies le gritasen «¡Judas!». Pero el peaje era inmenso: tener que atender al papel de profeta de una generación, que sobrellevaba volando una nube de anfetaminas, cocaína y porros.
Dylan ha confesado que iba camino de la muerte. Pero su moto Triumph lo salvó. En julio de 1966 sufre un accidente cerca de su casa rural próxima a Woodstock. Decide magnificar los daños para apearse del pedestal que lo estaba consumiendo y ponerse fuera de circulación. Se dedica a ser padre de familia, se corta el pelo, prueba la vida pastoril y el bucolismo rural. Pero cada día, para matar el bicho, graba música en un sótano con sus compinches de The Band, en una casa que bautizan como Big Pink. El sonido mercurial y rompedor de antes del accidente da paso a una música de raíces, más apegada al terruño y la tradición. Está inventando el género que hoy se llama Americana.
Aquella música del año 1967 no llegó a ver la luz en su día. Aunque corría su leyenda. En 1969 un pícaro se hace con siete de esas canciones y las publica en un disco pirata de culto, llamado «La Gran Maravilla Blanca». En 1975, la discográfica edita al fin su versión oficial de las «Basement Tapes», nunca del todo satisfactoria, pues siempre quedó el enigma de lo que había quedado fuera. Ese es el secreto que ahora se destapará, con una tarea de restauración que ha tratado de ofrecer la versión más apegada a la espontaneidad del sótano.

«Lost on the river»

Dylan ha regalado al prestigioso productor T-Bone Burnett dos docenas de letras de aquellas sesiones de 1967, que nunca fueron musicadas. Sus portavoces aseguran que han aparecido casualmente. Burnett se las ha dado a Elvis Costello y a otros cinco músicos, entre ellos los líderes de My Morning Jacket y Mumford & Sons, y los ha encerrado dos semanas en un estudio de Hollywood para que les pongan música. Por supuesto, en el sótano. El resultado es «Lost on the river: the new basement tapes», que se lanzará el 11 de noviembre. Los músicos la han gozado jugando con los verlos de un Dylan de 27 años reaparecidos 47 años después. Y el Dylan literario vuelve a estar también de moda, como cada año desde el 2011 cada vez que se aproxima el Nobel. Vuelve sonar en las quinielas.
Es igual. Pase lo que pase, el bardo estará donde siempre: en la carretera. Tras tocar en el arranque de año en Astralia, Nueva Zelanda, Japón, Hawai y Centro Europa, el 17 de octubre vuelve a subir a su autobús para seguir por Estados Unidos con su Tour Interminable, que lo mantiene en ruta desde 1988, tocando en teatros de fuste y estadios, o en aparcamientos de áreas comerciales y gimnasios de villorios de la América profunda. Durmiendo en los más suntuosos hoteles de Europa, o en moteles anónimos que se llaman tristeza. Y ahí morirá. Donde cree que debe estar. En el escenario. Recitando las palabras sagradas con su voz arrasada por el polvo del camino andado.

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