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martes, 31 de diciembre de 2013

Las quince mejores canciones del pop español en 2013

Nombres consagrados y bandas emergentes se reúnen en la selección de lo más granado del año que está a punto de acabar
1
«Tenía que decírtelo», de Quique González

Quique González lo dice cada vez mejor
Quique González suma y sigue. Con «Delantera mítica» crece todavía más en el pulido de su sonido americano, y ya no sabemos dónde esta el límite, porque con cada álbum lo rompe.
 Para ello volvió al centro neurálgico de esta música, Nashville, al igual que hizo con «Daiquiri blues». Y el resultado se nota, claro. «Tenía que decírtelo» fue el primer sencillo. Tiene ese punto de guitarras certeras, afiladas, perfectas en la decoración de la melodía. Quique, mientras tanto, nos habla de «pájaros que huyeron del nido con pasaportes falsos». En esto de juntar palabras con poético tino siempre ha sido un maestro.
2
«Ánimo valiente», de León Benavente

León Benavente y la generación perdida
Crudas y con un punto de nada reconfortante melancolía, las canciones de esta especie de súperbanda han sido la gran sorpresa del pop español esta temporada. Formada por miembros de Tachenko, Schwarz y lugartenientes en directo y estudio del gran Nacho Vegas, su debut homónimo envuelve en un denso y rocoso sonido unos estupendos textos de los que emana una especie de rabia genacional que, más que llamar a la acción, acaba apelando al desencanto. Crisis mundiales y derrumbamientos personales se combinan en este vademécum de la desilusión reforzado por la voz gélida de Abraham Boba, al que va siendo hora de reivindicar (sus tres estupendos discos en solitario ya eran un argumento de peso) como uno de los grandes escritores de canciones del pop en castellano. Si la recuperación realmente acaba llegando un trimestre de estos, definitivamente esta no es su banda sonora.
3
«El mundo se va a acabar», de Pauline en la Playa

Pauline en la Playa, en el campo
El particular mundo de las hermanas Álvarez ha crecido, y los sentimientos expuestos son cada vez más maduros, más cercanos a la realidad, pero sin perder ese encanto de casa de muñecas en la que habitan Principitos con los ojos muy abiertos y sorprendidos. Pauline en la Playa presentó en 2013 un álbum al que titularon con el nombre de esta canción, «El mundo se va a acabar». Bajo la aparente sencillez de la melodía se esconde un torrente de emociones en el que todo encaja, cada instrumento que se va incorporando y cada voz, cada palabra y cada nota.
4
«Long Forgotten Flowers», de Pájaro Sunrise

Yuri Méndez a punto de ejercitar su resto
Yuri Méndez ha vuelto a colocarnos uno de los mejores discos del año. Pop delicado, atmosférico, sutil, hermoso... que contrasta con el título de su cuarto álbum (tercero desde que Pájaro Sunrise dejó de ser un dúo), «Kultur katzenjammer». A él pertenece este «Long forgotten Flowers». De nuevo, él toca casi todos los instrumentos y se produce a sí mismo. La electrónica adquiere un mayor protagonismo en perjuicio del folk, pero la melodía y el buen gusto continúan siendo fundamentales. Esta es una de esas canciones que se pueden escuchar cientos de veces sin que pierda su capacidad de encantarnos ni de transmitir serena felicidad.
5
«Suerte y relámpago», de Tachenko

Tachenko, MVP de la temporada pop
Ya ha pasado más de una década desde que surgieran de las cenizas de El Niño Gusano, pero lejos de mostrar signos de agotamiento, los zaragozanos Tachenko (pop de altura con todo el bigote) han conseguido sonar más exultantes y certeros que nunca. Su destreza para bordar melodías instantáneas siempre ha estado ahí, pero «Mi amor, las mayorías», su quinto disco, carece de los altibajos que lastraban en ocasiones sus trabajos y combina una frescura y una inmediatez contagiosas (este «Suerte y relámpago» ejerce de imparable ariete) con soluciones inesperadas como los ritmos bailables en «Dame una pista» o los vientos del himno que da título al álbum. Gozosa y energética artesanía sonora. Si las canciones mandan, Tachenko son comandantes en plaza, los MVP de la temporada.
6
«Destitute time», de Delorean

Delorean y el fin de las fronteras
Por desgracia, 2013 estará marcado para los miembros del grupo vasco (y sus familiares) como el año en el que vivieron la terrible experiencia de sufrir un secuestro (que, efectivamente, más que virtual, como se dijo, fue muy real) en México. Pero también ha sido el de la publicación de «Apar», que representa el complicado paso tras el enorme éxito internacional cosechado con «Ayrton Senna» y «Subiza». Su respuesta ha sido inclinar su sonido hacia el pop, pero sin llegar a una ruptura radical con la música disco. En este sentido, «Destitute Time» es uno de sus ejemplos más redondos: no pierde la alegría que caracteriza al grupo, y además lo redondean con esos coros incoporados con enorme acierto. Un elemento más que se añade al equipaje de una banda que continúa protagonizando un capítulo sorprendentemente brillante entre las propuestas que nacen en este país.
7
«La recriminación», de Maronda

Los valencianos Maronda otean el horizonte en busca de la Arcadia pop
La unión del valenciano Pablo Maronda con el productor y bajista de La Habitación Roja Marc Greenwood se puso de largo hace un par de años con un delicioso disco que bebía sin complejos del mejor pop español de los años sesenta y lo mezclaba con las referencias anglosajonas habituales en el indie nacional. Su continuación mantiene el nivel y abre el abanico expresivo sin perder de vista el objetivo último, las bonitas melodías pop (y en «La orfebrería según los místicos» las hay preciosas y a patadas). En «La Recriminación», por ejemplo, se pasea orgulloso el espíritu de Gainsbourg, pero la gran virtud de los valencianos es mezclar los viejos ingredientes con un convencimiento, una sencillez casi entrañable y un buen gusto que convierten el brebaje en irresistible. Esto ya lo habías probado antes, pero casi no recordabas que sabía así de bien...
8
«Aturdido», de The Right Ons
The Right Ons, actitud y aptitud en plena ebullición

The Right Ons, actitud y aptitud en plena ebullición
Con «Volcán», The Right Ons han dado el casi invitable paso al idioma español. Esto les hace sin duda más accesibles para nuestro público patrio -fuera de nuestras fronteras ya han hecho algo más que pinitos-, y, si la suerte les acompaña, sus canciones en forma de himnos energéticos puede abrirles las puertas de un público bastante más amplio. «Aturdido» es un buen ejemplo de composición con gancho que en directo puede provocar barullo colectivo desde sus primeros acordes.
9
«Bohemio», de Andrés Calamaro

Calamaro, aguante la esencia
Calamaro ha vuelto y lo ha hecho mirando a tiempos pasados. Aquellos en los que sacó los inconmesurables «Alta suciedad» (1997) y «Honestidad brutal» (1999). Siendo un trabajo menor y a pesar de su tersura, «Bohemio» (2013) es un disco agradable que recupera la esencia rock de entonces. Pero precisamente la canción que da nombre al álbum parece recuperar la parte más latina e íntima del argentino, aquella que bordea entre el bolero y el tango, frontera marcada por esa rutilante guitarra y un piano que no deja de gambetear. Calamaro, que no toca instrumento alguno en el álbum y se centra en su voz, desgaja versos afilados en una atmósfera que mira a ese «Palacio de las flores» (tema que también dio nombre al disco del argentino producido por Litto Nebbia de 2005) en un tema de melancolía certera: «Te quiero porque adentro del abismo vas a seguir siendo el mismo... para mí».
10
«Milana», de Guadalupe Plata

Guadalupe Plata, sintonizando con la ciénaga blues
No es demasiado amplio el registro que poseen Pedro de Dios, Carlos Jimena y Paco Luis Martos, pero cada una de sus canciones es un viaje que nos arrastra a lo más profundo de los pantanos del blues. En 2013 entregaron su segundo álbum, nuevamente titulado con el nombre del grupo, Guadalupe Plata. Por su sonido parecen del sur de Estados Unidos, y sin embargo son del sur de España, concretamente de Úbeda (Jaén). Entre gritos de «Milana bonita, Milana preciosa», se va destilando un paisaje tan afilado como el que nos presentara Miguel Delibes en «Los santos inocentes».
11
«Un corazón lleno de escombros», de Julio de la Rosa

Julio de la Rosa, mil pedazos de corazón en cada canción
Más que un disco, Julio de la Rosa publicó todo un tratado acerca de las relaciones tóxicas de pareja. «Pequeños trastornos sin importancia» nos habla esos terremotos emocionales que dejan a su paso «Un corazón lleno de escombros», título de esta grandiosa canción en la que colabora Miren Iza (Tulsa). Pocos músicos han sido capaces de mostrar de forma tan cruda, tan honesta, tan descriptiva, tan real, ese viaje a los sentimientos rotos. Al fin y al cabo, hablamos de uno de los personajes fundamentales del pop español, desde la época en que militaba en El Hombre Burbuja..
12
«Amb tot», de El Petit de Cal Eril

El Petit de Cal Eril, persiguiendo una luz
Canciones a pellizcos, arropadas por arreglos que dan un salto y hacen volar sus melodías. Desde Cataluña, El Petit de Cal Eril despliega todo su arsenal de trucos, mezcla de Beirut y Sufjan Stevens, en «La figura del buit» (2013), disco repleto de pequeñas viñetas cotidianas y rurales que, en realidad, aspiran a ser grandes. Sin ir más lejos, «Amb tot» es un susurro que va subiendo metros sobre el nivel del mar hasta que su luminosidad se hace ya imposible de alcanzar.
13
«Terco», de Doble Pletina

Doble Pletina en dudosa posición de camuflaje
Así sin más, con su álbum de debut, «De lo concreto a lo general» (Jabalina), los barceloneses Doble Pletina ya se han colocado entre lo mejor del pop patrio. Pero es que ya se veía venir con los singles que habían publicado hasta el momento, entre ellos el fantástico «Cruzo los dedos». Había expectación por ver el nivel que desplegaban en su puesta de largo. Y sí, convencieron. Canciones sencillas pero llenas de recovecos emocionales, como este «Terco», irónico paseo por las pequeñas angustias e inseguridades cotidianas. Vainica Doble, La Buena Vida o Le Mans ya tienen unos herederos a la altura.

14
«La ciudad que nunca existió», de Lapido

José Ignacio Lapido sigue buscando el amor «debajo de las piedras»
La madurez del que fuera líder de los míticos 091 es majestuosa. Ajeno a modas y sin armar ruido mediático, instalado en un clasicismo rockero que le va como un guante, el compositor granadino da un nuevo paso de baile, el séptimo, en el alambre de la insatisfacción de una impecable carrera en solitario. Y golpe a golpe, verso a verso, el que es uno de los mejores letristas de la historia del pop español sigue recogiendo fieles. «Creímos que alguien no enseñaría el camino, y el camino siempre estuvo ahí, con sus perros atropellados, sus atajos y sus precipicios...», canta en «No hay vuelta atrás» para describir el estado de las cosas. «La confusión flotaba en el aire, yo te hablo de amor y tú de artes marciales», sentencia en «La ciudad que nunca existió», esta energética pieza sobre paisajes fantasmales y estructuras oxidadas... el apocalipsis cotidiano que nos hace dudar sobre si los tiempos mejores existieron alguna vez o solo fueron una elaborada y más o menos creíble mentira. La clase de canción que se espera de un francotirador insobornable y prácticamente infalible. Y, no, no es que andemos muy sobrados de tipos así en la música española.
15
«Crab Kiss & Final Song», de Neuman

Neuman con cara de que con ellos no va la cosa
Terminados con un final a lo grande. Se trata de un bonus track incluido en la reedición del EP «By Fear / Hi Love», en el que colaboró Ken Stringfellow (The Posies). La canción apareció originalmente en su edición de vinilo bajo el título «Crab Kiss», con el acompañamiento único de banjo y violín. Aquí los murcianos se sueltan la melena en plan Beatles e incorporan 50 músicos de orquesta, con un resultado espectacular. La épica de esta banda ha entrado con este trabajo en terrenos donde parece que entra la luz.

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