Banderas británicas durante los Juegos Olímpicos de 2012
Los empresarios británicos han decidido pasar a la acción ante el riesgo de que el país se precipite «como un sonámbulo» –en expresión de la oposición laborista- hacia el abandono de la Unión Europea.
Según un estudio presentado ayer por la gran patronal industrial británica, la pertenencia a Europa aporta el 4-5% del PIB británico, entre 73.000 y 92.000 millones de euros cada año. «Hemos mirado más allá de la retórica política para examinar los pros y contras de la pertenencia a Europa y es inequívoco: el Mercado Único es fundamental para nuestro futuro», defendió ayer John Cridland, director general de la Confederación de Industrias Británicas (CBI), que agrupa a 240.000 compañías y a un tercio del empleo privados.
Según los cálculos de la patronal, que inició ayer su asamblea anual, la pertenencia al club europeo aporta al año unos 3.500 euros a cada hogar británico. «El equivalente al peso económico de Irlanda del Norte y la región del noreste de Inglaterra juntas», calculan. «Estamos mejor dentro de una UE reformada que fuera de ella sin influencia», sentenció Cridland, poniendo voz a un consenso cada vez más claro entre la clase empresarial y financiera británica: cuidado con los experimentos (políticos, mejor con gaseosa) sobre Europa.
Una encuesta presentada ayer por la CBI, en el primer día de su asamblea anual, constata que el 78% de las empresas defiende la permanencia en la UE frente a solo un 10% que prefiere un divorcio entre Londres y Bruselas. El apoyo a seguir dentro del club europeo incluye al 77% de las PYMEs, un dato clave teniendo en cuenta que el discurso euroescéptico tiene mayor receptividad en las compañías pequeñas. En el caso del sector financiero, una encuesta reciente de City UK -un grupo de presión que defiende los intereses del distrito financiero londinense- destaca que el 84% de los ejecutivos de la City defienden también seguir en la UE.
«La UE no es perfecta»
«Abandonar la Unión amenazaría seriamente la posición de Londres como la primera plaza financiera del mundo», reiteró Cridland ayer. Las finanzas suponen el 8-10% del PIB británico. Y advierten que «los bancos europeos podrían abandonar Gran Bretaña si nos salimos de la UE», provocando un éxodo de 1,6 billones de euros a plazas como París y Francfort.
La presencia de políticos en la asamblea de la CBI indica la enorme influencia que ejerce la patronal británica. En su discurso, el propio Cameron advirtió que «el actual consenso por permanecer dentro de la UE es muy estrecho». El líder conservador ha prometido un referéndum sobre la UE en 2017 si gana las elecciones en 2015. Defiende la permanencia, pero la avidez de los sectores más euroescépticos dentro y fuera de su partido le imponen la promesa de arrancar poderes a Bruselas e imponer reformas en la UE. Un objetivo compartido por la clase empresarial. «La UE no es perfecta y existe una inquietud creciente ante la imparable extensión de la autoridad de la UE», advertía ayer Cridland. El apoyo a Europa de la patronal no debe confundirse con un cheque en blanco europeísta.
Los empresarios, al igual que el gobierno, quieren extirpar del Mercado Único la lógica de «una unión cada vez más cercana» que recogen los tratados europeos, y que ha servido históricamente para incrementar el poder de la Comisión y del Tribunal de Luxemburgo. Las empresas británicas exigen una mayor integración del mercado de servicios, un mercado de servicios digitales y acuerdos de libre comercio. «Gracias a los 30 acuerdos ya firmados y el último con Canadá, las empresas británicas tienen acceso a mercados de 17 billones y, si las negociaciones en curso con EE.UU. y Japón prosperan, crecería hasta los 35 billones», aseguran.
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