
Estos son los elementos de la lista.

1. Crimen y castigo
Crimen y castigo es considerada por algunos críticos como la obra maestra de Dostoyevski y es, sin duda, una de las más conocidas. El Instituto Nobel y el Club del Libro Noruego la han ubicado entre las cien mejores obras de la literatura mundial. Representa un hito para el autor en la... Ver mas
Crimen y castigo es considerada por algunos críticos como la obra maestra de Dostoyevski y es, sin duda, una de las más conocidas. El Instituto Nobel y el Club del Libro Noruego la han ubicado entre las cien mejores obras de la literatura mundial.
Representa un hito para el autor en la caracterización de sus personajes, que adquieren una complejidad psicológica inmensa, y en la profundidad filosófica de su temática, particularmente en su aspecto ético.
Rodión Románovich Raskólnikov, protagonista de la novela, es el nuevo «hombre subterráneo» del autor: un joven solitario, impulsivo y soberbio que, encontrándose en una situación de pobreza extrema, ha debido abandonar sus estudios. Poco tiempo antes publica en un periódico la teoría de que existen determinados seres no ordinarios habilitados -y hasta obligados- moralmente a transgredir los límites legales si necesitan llegar a un fin sublime. Estos seres superiores no pueden ni deben guiarse por preceptos jurídicos que, adecuados y hasta necesarios para el resto de los hombres, a ellos les impide desarrollar todo su potencial. Plantea además que, de hecho, si no hubiesen existido a lo largo de la Historia hombres de este tipo dispuestos a romper las normas vigentes, la sociedad nunca hubiera progresado. Raskólnikov tiene la febril obsesión de probarse a sí mismo que es uno de esos seres y, sobre todo, de realizar a su vez una gran obra o al menos comenzarla. De esta forma, si luego de transgredir el ámbito del Derecho con lo realizado, logra mantener intactos sus valores morales y la creencia en ellos sin que sucumban ante los dominantes expresados por las normas jurídicas, habrá actuado y obtendrá la certeza que necesita.
Dostoyevski escribe esta novela en una época de cambios sociales. Las autoridades rusas de ese entonces habían, por ejemplo, decretado la emancipación de los siervos en 1861; por otra parte, empezaban a aparecer jóvenes intelectuales con la firme idea de que tenían en sus manos la emancipación del pueblo ruso y en su intelecto la mejor forma de llevarlo a cabo. Este sentimiento de autosuficiencia, desde luego, no es ajeno al protagonista de esta obra, como tampoco es ajena la finalidad política de estos jóvenes a la idea de «matar un Principio», mencionada por Raskólnikov.
Representa un hito para el autor en la caracterización de sus personajes, que adquieren una complejidad psicológica inmensa, y en la profundidad filosófica de su temática, particularmente en su aspecto ético.
Rodión Románovich Raskólnikov, protagonista de la novela, es el nuevo «hombre subterráneo» del autor: un joven solitario, impulsivo y soberbio que, encontrándose en una situación de pobreza extrema, ha debido abandonar sus estudios. Poco tiempo antes publica en un periódico la teoría de que existen determinados seres no ordinarios habilitados -y hasta obligados- moralmente a transgredir los límites legales si necesitan llegar a un fin sublime. Estos seres superiores no pueden ni deben guiarse por preceptos jurídicos que, adecuados y hasta necesarios para el resto de los hombres, a ellos les impide desarrollar todo su potencial. Plantea además que, de hecho, si no hubiesen existido a lo largo de la Historia hombres de este tipo dispuestos a romper las normas vigentes, la sociedad nunca hubiera progresado. Raskólnikov tiene la febril obsesión de probarse a sí mismo que es uno de esos seres y, sobre todo, de realizar a su vez una gran obra o al menos comenzarla. De esta forma, si luego de transgredir el ámbito del Derecho con lo realizado, logra mantener intactos sus valores morales y la creencia en ellos sin que sucumban ante los dominantes expresados por las normas jurídicas, habrá actuado y obtendrá la certeza que necesita.
Dostoyevski escribe esta novela en una época de cambios sociales. Las autoridades rusas de ese entonces habían, por ejemplo, decretado la emancipación de los siervos en 1861; por otra parte, empezaban a aparecer jóvenes intelectuales con la firme idea de que tenían en sus manos la emancipación del pueblo ruso y en su intelecto la mejor forma de llevarlo a cabo. Este sentimiento de autosuficiencia, desde luego, no es ajeno al protagonista de esta obra, como tampoco es ajena la finalidad política de estos jóvenes a la idea de «matar un Principio», mencionada por Raskólnikov.
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2. Los hermanos karamázov
Ésta es la cuarta obra de Dostoyevski ubicada entre las cien mejores obras de la literatura mundial por el Instituto Nobel y el Club del Libro Noruego. Es, además, considerada por el autor como su obra maestra. Inicialmente, este trabajo iba a presentarse en dos novelas, y la segunda narraría... Ver mas
Ésta es la cuarta obra de Dostoyevski ubicada entre las cien mejores obras de la literatura mundial por el Instituto Nobel y el Club del Libro Noruego. Es, además, considerada por el autor como su obra maestra. Inicialmente, este trabajo iba a presentarse en dos novelas, y la segunda narraría los acontecimientos desarrollados trece años después de los narrados en la primera. Al respecto, el autor anuncia en el prefacio: «Pero lo malo es que presento una biografía en dos novelas. La principal es la segunda, donde la actividad de mi héroe se desarrolla en la época presente. La primera transcurre hace trece años.». Sin embargo, la segunda no llegaría a escribirse.
Esta obra, además de como historia en sí, puede considerarse como un compendio filosófico de varias ideas y conceptos capitales del autor, ya mencionados y tratados en sus anteriores novelas. Se vuelven a tratar en ella, por ejemplo, las ideas de degradación moral y social que Dostoyevski tenía sobre la Rusia de su época, la importancia que para el autor tenía la familia en ese entorno social corrupto, la influencia de Occidente sobre Rusia, el hombre ruso ideal, la fe en la existencia de Dios y la noción de libertad como expresión del libre albedrío en contraste con el positivismo naciente en Europa.
El protagonista, Alekséi Fiódorovich Karamázov (Aliosha), es la continuación de la idea del hombre ruso ideal, encarnada antes en Makar, Tijon y Myshkin; y llevada a su límite en esta misma obra en la figura del religioso Zosima, su maestro o stárets. Ambos son seres benéficos, serenos, positivos y proclives al amor y sacrificio por el bienestar de sus semejantes. Pero no son fanáticos, sino seres que dudan. Alekséi, por ejemplo, llega a expresar «Pues bien, no sé si creo en Dios.». En lo que respecta a Zosima, es una imagen idealizada de la bondad, con una gran capacidad de entrega a los demás y una absoluta falta de deseo material. Constituye la imagen del «ruso ideal» de Dostoyevski. Su visión de Rusia, del mundo y de la religión, así como su biografía, ocupan todo el libro VI de la novela, titulado Un religioso ruso.
El problema familiar sería pintado, en primer término, en la relación de mutuo desprecio y rivalidad entre el hermano mayor de Alekséi, Dmitri Karamázov, y su padre, Fiódor; en el papel de Smerdiakov, hijo ilegítimo de Fiódor Karamázov, joven epiléptico que jugará un rol central en el desenlace de la obra; y en la relación ambivalente entre los propios hermanos. Por otra parte, Iván Karamázov, figura también central en la novela, se muestra como un escéptico; más que un ateo clásico que niega la existencia de Dios, se trata de un ser racional que se pregunta constantemente si es necesario creer en él aunque exista. La existencia o no existencia de Dios, ante los ojos de un ateo racionalista como Iván, es un debate estéril. Lo que le importa a este personaje realmente, es si es moralmente plausible amar a un Dios que, en caso de ser real, se ha olvidado de sus hijos; en su opinión, este hecho, por sí mismo, lo convierte en un no-Dios; y su no existencia –como fuente moral compartida- implica, en lo concerniente a los hombres, que todo está permitido. Por otra parte, es este personaje el que, sin ser ortodoxo, manifiesta el mayor desprecio por la Iglesia Católica Romana. En su relato El Gran Inquisidor, Iván expresa que dicha Iglesia, invirtiendo la voluntad de Cristo, ha dado al hombre seguridad moral a cambio de su libertad de pensamiento. Se tratan, pues, nuevamente dos temas centrales en Dostoyevski: el rechazo de algunas ideas occidentales del autor –no ya al socialismo, sino a una forma de cristianismo que él considera corrupta y ajena a Rusia- pero, sobre todo, la cuestión del libre albedrío que si, como señala el hombre del subsuelo, el racionalismo no considera -por no reconocer la existencia de ese componente irracional, característico en los hombres para Dostoyevski- el Catolicismo sencillamente se encarga de destruir.
Esta obra, además de como historia en sí, puede considerarse como un compendio filosófico de varias ideas y conceptos capitales del autor, ya mencionados y tratados en sus anteriores novelas. Se vuelven a tratar en ella, por ejemplo, las ideas de degradación moral y social que Dostoyevski tenía sobre la Rusia de su época, la importancia que para el autor tenía la familia en ese entorno social corrupto, la influencia de Occidente sobre Rusia, el hombre ruso ideal, la fe en la existencia de Dios y la noción de libertad como expresión del libre albedrío en contraste con el positivismo naciente en Europa.
El protagonista, Alekséi Fiódorovich Karamázov (Aliosha), es la continuación de la idea del hombre ruso ideal, encarnada antes en Makar, Tijon y Myshkin; y llevada a su límite en esta misma obra en la figura del religioso Zosima, su maestro o stárets. Ambos son seres benéficos, serenos, positivos y proclives al amor y sacrificio por el bienestar de sus semejantes. Pero no son fanáticos, sino seres que dudan. Alekséi, por ejemplo, llega a expresar «Pues bien, no sé si creo en Dios.». En lo que respecta a Zosima, es una imagen idealizada de la bondad, con una gran capacidad de entrega a los demás y una absoluta falta de deseo material. Constituye la imagen del «ruso ideal» de Dostoyevski. Su visión de Rusia, del mundo y de la religión, así como su biografía, ocupan todo el libro VI de la novela, titulado Un religioso ruso.
El problema familiar sería pintado, en primer término, en la relación de mutuo desprecio y rivalidad entre el hermano mayor de Alekséi, Dmitri Karamázov, y su padre, Fiódor; en el papel de Smerdiakov, hijo ilegítimo de Fiódor Karamázov, joven epiléptico que jugará un rol central en el desenlace de la obra; y en la relación ambivalente entre los propios hermanos. Por otra parte, Iván Karamázov, figura también central en la novela, se muestra como un escéptico; más que un ateo clásico que niega la existencia de Dios, se trata de un ser racional que se pregunta constantemente si es necesario creer en él aunque exista. La existencia o no existencia de Dios, ante los ojos de un ateo racionalista como Iván, es un debate estéril. Lo que le importa a este personaje realmente, es si es moralmente plausible amar a un Dios que, en caso de ser real, se ha olvidado de sus hijos; en su opinión, este hecho, por sí mismo, lo convierte en un no-Dios; y su no existencia –como fuente moral compartida- implica, en lo concerniente a los hombres, que todo está permitido. Por otra parte, es este personaje el que, sin ser ortodoxo, manifiesta el mayor desprecio por la Iglesia Católica Romana. En su relato El Gran Inquisidor, Iván expresa que dicha Iglesia, invirtiendo la voluntad de Cristo, ha dado al hombre seguridad moral a cambio de su libertad de pensamiento. Se tratan, pues, nuevamente dos temas centrales en Dostoyevski: el rechazo de algunas ideas occidentales del autor –no ya al socialismo, sino a una forma de cristianismo que él considera corrupta y ajena a Rusia- pero, sobre todo, la cuestión del libre albedrío que si, como señala el hombre del subsuelo, el racionalismo no considera -por no reconocer la existencia de ese componente irracional, característico en los hombres para Dostoyevski- el Catolicismo sencillamente se encarga de destruir.
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3. El idiota
Ésta es la segunda obra de Dostoyevski ubicada entre las cien mejores obras de la literatura mundial por el Instituto Nobel y el Club del Libro Noruego. La motivación inicial parte de la intención del autor de crear un personaje que representase al «perfecto hombre bueno», un «tipo» que luego... Ver mas
Ésta es la segunda obra de Dostoyevski ubicada entre las cien mejores obras de la literatura mundial por el Instituto Nobel y el Club del Libro Noruego.
La motivación inicial parte de la intención del autor de crear un personaje que representase al «perfecto hombre bueno», un «tipo» que luego intentaría describir nuevamente en la figura de Tijon de Los demonios y en las de Zosima y Aliosha en Los hermanos Karamázov. Se trata, en definitiva, del contrapunto del egoísta o del hombre subterráneo, otro tipo característico en los personajes del autor.
La obra retrata la degradación moral y familiar de la sociedad rusa a partir del análisis del comportamiento de diferentes familias representativas del espectro social petersburgués, y se desarrolla en un contexto de enfrentamiento entre el príncipe Myshkin -el «hombre bueno»- y la amarga realidad que se presenta ante él, enfrentamiento que en muchas ocasiones se manifiesta como no comprensión mutua, y siempre, para el protagonista, como un padecimiento.
La motivación inicial parte de la intención del autor de crear un personaje que representase al «perfecto hombre bueno», un «tipo» que luego intentaría describir nuevamente en la figura de Tijon de Los demonios y en las de Zosima y Aliosha en Los hermanos Karamázov. Se trata, en definitiva, del contrapunto del egoísta o del hombre subterráneo, otro tipo característico en los personajes del autor.
La obra retrata la degradación moral y familiar de la sociedad rusa a partir del análisis del comportamiento de diferentes familias representativas del espectro social petersburgués, y se desarrolla en un contexto de enfrentamiento entre el príncipe Myshkin -el «hombre bueno»- y la amarga realidad que se presenta ante él, enfrentamiento que en muchas ocasiones se manifiesta como no comprensión mutua, y siempre, para el protagonista, como un padecimiento.
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4. El jugador
El jugador, obra que representa un paréntesis en la redacción de Crimen y Castigo, es otra de las novelas de Dostoyevski con rasgos autobiográficos (si bien no tan explícitos como en el caso de Recuerdos de la casa de los muertos). En ella se alude a una mala experiencia con el juego durante la... Ver mas
El jugador, obra que representa un paréntesis en la redacción de Crimen y Castigo, es otra de las novelas de Dostoyevski con rasgos autobiográficos (si bien no tan explícitos como en el caso de Recuerdos de la casa de los muertos). En ella se alude a una mala experiencia con el juego durante la estancia del autor en el extranjero, en la cual jugó hasta la desesperación y regresó a Rusia en la miseria.
Ruletemburgo es la imaginaria ciudad donde se suceden los acontecimientos. Se trata de una capital de casinos por la que transitan personajes diversos y extravagantes en busca de la fortuna del juego, dominados por la ludopatía, la codicia o el orgullo. La ruleta servirá como símbolo de un infierno donde la voluntad queda anulada y entregada al riesgo y a la emoción constantes. El protagonismo está disputado, por tanto, entre el personaje protagónico, Alexéi Ivánovich, y la propia descripción, tanto de la acelerada atmósfera, como de los personajes que rodean la sala de juego, en todo momento analizados minuciosamente por el autor
Ruletemburgo es la imaginaria ciudad donde se suceden los acontecimientos. Se trata de una capital de casinos por la que transitan personajes diversos y extravagantes en busca de la fortuna del juego, dominados por la ludopatía, la codicia o el orgullo. La ruleta servirá como símbolo de un infierno donde la voluntad queda anulada y entregada al riesgo y a la emoción constantes. El protagonismo está disputado, por tanto, entre el personaje protagónico, Alexéi Ivánovich, y la propia descripción, tanto de la acelerada atmósfera, como de los personajes que rodean la sala de juego, en todo momento analizados minuciosamente por el autor
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5. Noches blancas
Noches blancas. Novela sentimental (recuerdos de un soñador), es la primera novela de Dostoyevski en la que aparece la figura del narrador autodiegético escribiendo en primera persona. Se describe en ella una aproximación amorosa nunca concretada de un hombre solitario habituado a refugiarse en... Ver mas
Noches blancas. Novela sentimental (recuerdos de un soñador), es la primera novela de Dostoyevski en la que aparece la figura del narrador autodiegético escribiendo en primera persona. Se describe en ella una aproximación amorosa nunca concretada de un hombre solitario habituado a refugiarse en sí mismo. El título de la novela hace referencia al escenario en el que suceden los hechos: la ciudad de San Petersburgo por la noche. El autor intenta destacar un fenómeno tanto simbólico como climático de las noches petersburguesas según su perspectiva: la ausencia de total oscuridad, la no existencia de una línea divisoria clara entre día y noche o entre sueño y realidad, lo que propicia el tipo de personajes que presenta y sus características, así como el hecho de que un fenómeno normal -un encuentro casual- pueda presentarse ante éstos como una fantasía extraordinaria que, como tal, no puede ser más que eso ni adaptarse a la cotidianeidad de la vida normal.
En esta novela, por tanto, Dostoyevski, sin restar atención a sus personajes (siempre cuidados), pone mayor énfasis que en sus obras anteriores en el escenario que los envuelve que, por cierto, parece mimetizarse con ellos a lo largo del transcurso de la obra.
En una carta a su hermano de 1847, Dostoyevski formula con precisión la "idea" del soñador:
"¿Te das cuenta? Mientras mas espíritu y más vida interna haya en nosotros mismos, más hermoso será nuestro rincón, y nuestra vida. Por supuesto es aterradora la disonancia, aterrador el desequilibrio que nos presenta la sociedad. Lo exterior debe estar en equilibrio con lo interior. De otra manera, ante la ausencia de fenómenos exteriores lo interior adquiere una preeminencia demasiado peligrosa. Los nervios y la fantasía ocupan un lugar demasiado grande en el ser. Todo fenómeno exterior nos parece colosal, por nuestra falta de costumbre, y de alguna manera nos asusta. Uno comienza a tener miedo a la vida".
En esta novela, por tanto, Dostoyevski, sin restar atención a sus personajes (siempre cuidados), pone mayor énfasis que en sus obras anteriores en el escenario que los envuelve que, por cierto, parece mimetizarse con ellos a lo largo del transcurso de la obra.
En una carta a su hermano de 1847, Dostoyevski formula con precisión la "idea" del soñador:
"¿Te das cuenta? Mientras mas espíritu y más vida interna haya en nosotros mismos, más hermoso será nuestro rincón, y nuestra vida. Por supuesto es aterradora la disonancia, aterrador el desequilibrio que nos presenta la sociedad. Lo exterior debe estar en equilibrio con lo interior. De otra manera, ante la ausencia de fenómenos exteriores lo interior adquiere una preeminencia demasiado peligrosa. Los nervios y la fantasía ocupan un lugar demasiado grande en el ser. Todo fenómeno exterior nos parece colosal, por nuestra falta de costumbre, y de alguna manera nos asusta. Uno comienza a tener miedo a la vida".
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6. Los demonios
Ésta es la tercera obra de Dostoyevski ubicada entre las cien mejores obras de la literatura mundial por el Instituto Nobel y el Club del Libro Noruego. En esta novela, el autor utiliza nuevamente un narrador homodiegético, si bien se trata en este caso de un personaje de muy poca relevancia en... Ver mas
Ésta es la tercera obra de Dostoyevski ubicada entre las cien mejores obras de la literatura mundial por el Instituto Nobel y el Club del Libro Noruego.
En esta novela, el autor utiliza nuevamente un narrador homodiegético, si bien se trata en este caso de un personaje de muy poca relevancia en el relato. Jorge Serrano, en su libro Entre el bien y el mal, define a la obra como «un ajuste de cuentas» por parte de su autor consigo mismo y como un replanteamiento de su experiencia política. Inspirada en la muerte del estudiante Ivánov en manos de Necháyev, la novela muestra a un Dostoyevski que siente que la degradación moral rusa, denunciada en El idiota, ya colmó el vaso, y que debe dar ya un contenido más explícitamente político a su obra. La generación reformista de la «década del 60», a diferencia de la suya («década del 40»), había incurrido, según el autor, en dos errores fundamentales: la utilización de métodos de acción violentos con los que él no estaba de acuerdo y la incorporación de elementos occidentales (como el liberalismo, el anarquismo o el socialismo) que, en su opinión, no eran aplicables en una Rusia fundamentalmente cristiana, campesina y con una burguesía apenas desarrollada. Donde los liberales veían soluciones Dostoyevski veía solamente un profundo desconocimiento del pueblo ruso (temática que ya había tratado en varias de sus obras). Por otra parte, en algunos de los líderes de estos movimientos (como Necháyev), el autor no sólo veía desconocimiento, sino también intenciones de exclusivo beneficio personal y de un gran cinismo y desprecio por la vida disfrazados de progresismo. Pero Dostoyevski no se mostraría nostálgico por la «década del 40»; según él, esa generación –de la cual él era parte- ya adolecía del problema del desconocimiento del pueblo, como descubriría en su relación con los presos durante su confinamiento.
Los demonios no es una novela política aunque su base lo sea. Inicialmente, Dostoyevski sí tenía la idea de que lo fuera. Su idea inicial era la creación de una novela panfleto que llamaría La vida de un gran pecador, pero abandonó dicho rumbo y terminó, finalmente, construyendo otra novela típicamente «dostoyevskiana», en la cual lo central es el análisis de la psicología de los personajes, de sus conflictos internos y de su relación con el entorno. Entre la extensa y variada colección de personajes de la obra, se destacan los siguientes personajes y, el argumento principal, se desarrolla en torno a ellos: Stavroguin, un individuo indiferente ante todo, muy cercano al tipo de «hombre subterráneo» y tan complejo como Raskólnikov; Stepán Trofímovich, representante romántico de la «década del 40»; Piotr Verjovenski, hijo del anterior, caricatura de Necháyev y representante de la «década del 60»; Shátov, un típico eslavófilo; y, finalmente, Tijon, el ideal dosyevskiano del hombre ruso, cristiano defensor de la justicia social, la educación y la moralidad.
En esta novela, el autor utiliza nuevamente un narrador homodiegético, si bien se trata en este caso de un personaje de muy poca relevancia en el relato. Jorge Serrano, en su libro Entre el bien y el mal, define a la obra como «un ajuste de cuentas» por parte de su autor consigo mismo y como un replanteamiento de su experiencia política. Inspirada en la muerte del estudiante Ivánov en manos de Necháyev, la novela muestra a un Dostoyevski que siente que la degradación moral rusa, denunciada en El idiota, ya colmó el vaso, y que debe dar ya un contenido más explícitamente político a su obra. La generación reformista de la «década del 60», a diferencia de la suya («década del 40»), había incurrido, según el autor, en dos errores fundamentales: la utilización de métodos de acción violentos con los que él no estaba de acuerdo y la incorporación de elementos occidentales (como el liberalismo, el anarquismo o el socialismo) que, en su opinión, no eran aplicables en una Rusia fundamentalmente cristiana, campesina y con una burguesía apenas desarrollada. Donde los liberales veían soluciones Dostoyevski veía solamente un profundo desconocimiento del pueblo ruso (temática que ya había tratado en varias de sus obras). Por otra parte, en algunos de los líderes de estos movimientos (como Necháyev), el autor no sólo veía desconocimiento, sino también intenciones de exclusivo beneficio personal y de un gran cinismo y desprecio por la vida disfrazados de progresismo. Pero Dostoyevski no se mostraría nostálgico por la «década del 40»; según él, esa generación –de la cual él era parte- ya adolecía del problema del desconocimiento del pueblo, como descubriría en su relación con los presos durante su confinamiento.
Los demonios no es una novela política aunque su base lo sea. Inicialmente, Dostoyevski sí tenía la idea de que lo fuera. Su idea inicial era la creación de una novela panfleto que llamaría La vida de un gran pecador, pero abandonó dicho rumbo y terminó, finalmente, construyendo otra novela típicamente «dostoyevskiana», en la cual lo central es el análisis de la psicología de los personajes, de sus conflictos internos y de su relación con el entorno. Entre la extensa y variada colección de personajes de la obra, se destacan los siguientes personajes y, el argumento principal, se desarrolla en torno a ellos: Stavroguin, un individuo indiferente ante todo, muy cercano al tipo de «hombre subterráneo» y tan complejo como Raskólnikov; Stepán Trofímovich, representante romántico de la «década del 40»; Piotr Verjovenski, hijo del anterior, caricatura de Necháyev y representante de la «década del 60»; Shátov, un típico eslavófilo; y, finalmente, Tijon, el ideal dosyevskiano del hombre ruso, cristiano defensor de la justicia social, la educación y la moralidad.
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7. Memorias del subsuelo
Memorias del subsuelo -también traducida como Apuntes del subsuelo o Notas del subsuelo- puede considerarse como el preámbulo al «viejo Dostoyevski» y sus «novelas de ideas» de mayor prestigio universal (Crimen y castigo, Los demonios, El idiota y Los hermanos Karamázov). La obra se divide en... Ver mas
Memorias del subsuelo -también traducida como Apuntes del subsuelo o Notas del subsuelo- puede considerarse como el preámbulo al «viejo Dostoyevski» y sus «novelas de ideas» de mayor prestigio universal (Crimen y castigo, Los demonios, El idiota y Los hermanos Karamázov).
La obra se divide en dos partes. En la primera, «el hombre subterráneo» de Dostoyevski (uno de sus «tipos» característicos: marginado, agresivo, solitario, perturbado y, por momentos, misántropo) desarrolla un monólogo en el que, alternando arrogancia y humillación, escribe para sí sus propios tormentos y va, poco a poco, desnudándose moralmente. En la segunda parte, este hombre pasa a la «lección práctica»; el «ser» del narrador de la primera parte se traduce en un «obrar» en situaciones concretas de la segunda.
En la primera parte, el narrador condena dos corrientes de pensamiento: el romanticismo, que considera hipócrita, y el racionalismo, cuyo símbolo es el Palacio de Cristal. Rechaza de la segunda, ante todo, la idea de que la aceptación de las «leyes de la naturaleza» por parte del hombre pueda llevarlo a eliminar cuanto en él hay de irracional y de esta forma conducirlo a la estabilidad y armonía. El narrador se pregunta retóricamente si es posible esa eliminación del componente irracional y, en caso de que así fuese, si no es eliminado en definitiva el libre albedrío. Justamente, para el narrador, es en su soberano libre albedrío y en su afán de ejercerlo aun cuando tal ejercicio vaya en contra de la razón y de su ventaja personal, donde radica la esencia del ser humano. Es éste el punto clave que acerca a Dostoyevski, al menos en esta obra, al existencialismo, y que ganaría posteriormente la simpatía de Nietzsche.
La obra se divide en dos partes. En la primera, «el hombre subterráneo» de Dostoyevski (uno de sus «tipos» característicos: marginado, agresivo, solitario, perturbado y, por momentos, misántropo) desarrolla un monólogo en el que, alternando arrogancia y humillación, escribe para sí sus propios tormentos y va, poco a poco, desnudándose moralmente. En la segunda parte, este hombre pasa a la «lección práctica»; el «ser» del narrador de la primera parte se traduce en un «obrar» en situaciones concretas de la segunda.
En la primera parte, el narrador condena dos corrientes de pensamiento: el romanticismo, que considera hipócrita, y el racionalismo, cuyo símbolo es el Palacio de Cristal. Rechaza de la segunda, ante todo, la idea de que la aceptación de las «leyes de la naturaleza» por parte del hombre pueda llevarlo a eliminar cuanto en él hay de irracional y de esta forma conducirlo a la estabilidad y armonía. El narrador se pregunta retóricamente si es posible esa eliminación del componente irracional y, en caso de que así fuese, si no es eliminado en definitiva el libre albedrío. Justamente, para el narrador, es en su soberano libre albedrío y en su afán de ejercerlo aun cuando tal ejercicio vaya en contra de la razón y de su ventaja personal, donde radica la esencia del ser humano. Es éste el punto clave que acerca a Dostoyevski, al menos en esta obra, al existencialismo, y que ganaría posteriormente la simpatía de Nietzsche.
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8. Recuerdo de la casa de los muertos
Recuerdos de la casa de los muertos, -también traducida como Memorias de la casa de los muertos- es una novela netamente autobiográfica. En ella, Dostoyevski relata sus impresiones del tiempo pasado en Siberia como condenado y, para esta tarea, toma la figura de un personaje de clase noble que... Ver mas
Recuerdos de la casa de los muertos, -también traducida como Memorias de la casa de los muertos- es una novela netamente autobiográfica. En ella, Dostoyevski relata sus impresiones del tiempo pasado en Siberia como condenado y, para esta tarea, toma la figura de un personaje de clase noble que, una vez cumplido el período de condena tras asesinar a su esposa, se queda en Siberia enseñando a los niños a leer. El texto de la novela sería un manuscrito encontrado luego de su muerte.
El autor analiza la psicología del presidiario en situaciones inhumanas y critica al sistema carcelario ruso de entonces por no ser adecuado para la reinserción social del delincuente, en tanto se limitaba a apartarlo de la vista de la sociedad y sólo lograba enloquecerlo. También analiza las relaciones establecidas en la cotidianeidad de ese micromundo, destacando elementos positivos como la confraternidad en la angustia común o el despertar de sublimes sentimientos humanitarios en rudos y temidos criminales.10 Como contrapartida, Dostoyevski señala el recelo con que eran mirados los presos aristócratas como él por el resto de la comunidad carcelaria.
Más adelante, en varias obras el autor plasmará situaciones de tensión entre estamentos sociales. Particularmente, creará un tipo de aristócrata con ideas reformistas occidentales que pretende predicarlas en un contexto, según el autor, equivocado, por no tener la menor idea de qué es lo que realmente necesita el pueblo ruso o por desconocerlo completamente.
La experiencia de su relación con el resto de los presos le dejaría como legado un aprendizaje de la realidad y el pueblo rusos, que reflejaría luego inevitablemente en su obra, así como la convicción de que la estructura social, en tanto degenerada e injusta, es en gran medida generadora de criminales y culpable de sus crímenes. Por otra parte, reafirmaría su religiosidad, la cual lo había ayudado a soportar la realidad en ese entonces.
El autor analiza la psicología del presidiario en situaciones inhumanas y critica al sistema carcelario ruso de entonces por no ser adecuado para la reinserción social del delincuente, en tanto se limitaba a apartarlo de la vista de la sociedad y sólo lograba enloquecerlo. También analiza las relaciones establecidas en la cotidianeidad de ese micromundo, destacando elementos positivos como la confraternidad en la angustia común o el despertar de sublimes sentimientos humanitarios en rudos y temidos criminales.10 Como contrapartida, Dostoyevski señala el recelo con que eran mirados los presos aristócratas como él por el resto de la comunidad carcelaria.
Más adelante, en varias obras el autor plasmará situaciones de tensión entre estamentos sociales. Particularmente, creará un tipo de aristócrata con ideas reformistas occidentales que pretende predicarlas en un contexto, según el autor, equivocado, por no tener la menor idea de qué es lo que realmente necesita el pueblo ruso o por desconocerlo completamente.
La experiencia de su relación con el resto de los presos le dejaría como legado un aprendizaje de la realidad y el pueblo rusos, que reflejaría luego inevitablemente en su obra, así como la convicción de que la estructura social, en tanto degenerada e injusta, es en gran medida generadora de criminales y culpable de sus crímenes. Por otra parte, reafirmaría su religiosidad, la cual lo había ayudado a soportar la realidad en ese entonces.
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9. Pobres gentes
Primera novela de Dostoyevski publicada a comienzos de 1846 en formato epistolar. Se compone de las cartas intercambiadas durante seis meses por Makar Alekséyevich Dévushkin, un viejo funcionario, y la joven pobre y huérfana Várenka Dobrosiólova, rescatada por Dévushkin de su corrupta tutora... Ver mas
Primera novela de Dostoyevski publicada a comienzos de 1846 en formato epistolar. Se compone de las cartas intercambiadas durante seis meses por Makar Alekséyevich Dévushkin, un viejo funcionario, y la joven pobre y huérfana Várenka Dobrosiólova, rescatada por Dévushkin de su corrupta tutora Anna Fiódorovna.
Ya en esta obra, Dostoyevski anticipa la atmósfera febril y tensión narrativa que luego sería una constante en sus obras, representada por personajes obsesivos, apasionados, perturbados (Dévushkin) y desvalidos (tanto Dévushkin como Várenka). De igual modo, se presenta -en este caso en las cartas mismas- el mecanismo narrativo del monólogo interior, siempre intenso, caótico, por el cual los personajes van y vienen en sus propios vaivenes de pensamientos y sensaciones febriles. Este mecanismo, propio de la novela psicológica, alcanzaría más tarde, en Crimen y castigo, su punto más alto y logrado.
En la figura de Dévushkin, el narrador alude al inspector de postas Simeón Virin, protagonista de Los relatos de Belkin de Pushkin, así como al pobre funcionario Bashmachkin de El capote, obra compuesta por Gógol. Dévushkin representa la síntesis de ambos personajes, los cuales intentan pintar la idiosincrasia de la burocracia rusa de entonces. En efecto, el protagonista no llega a convertirse en un autómata sin dignidad como Bashmachkin si bien ya ha perdido absolutamente la confianza en sí mismo que caracteriza a Virin.
Ya en esta obra, Dostoyevski anticipa la atmósfera febril y tensión narrativa que luego sería una constante en sus obras, representada por personajes obsesivos, apasionados, perturbados (Dévushkin) y desvalidos (tanto Dévushkin como Várenka). De igual modo, se presenta -en este caso en las cartas mismas- el mecanismo narrativo del monólogo interior, siempre intenso, caótico, por el cual los personajes van y vienen en sus propios vaivenes de pensamientos y sensaciones febriles. Este mecanismo, propio de la novela psicológica, alcanzaría más tarde, en Crimen y castigo, su punto más alto y logrado.
En la figura de Dévushkin, el narrador alude al inspector de postas Simeón Virin, protagonista de Los relatos de Belkin de Pushkin, así como al pobre funcionario Bashmachkin de El capote, obra compuesta por Gógol. Dévushkin representa la síntesis de ambos personajes, los cuales intentan pintar la idiosincrasia de la burocracia rusa de entonces. En efecto, el protagonista no llega a convertirse en un autómata sin dignidad como Bashmachkin si bien ya ha perdido absolutamente la confianza en sí mismo que caracteriza a Virin.
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10. Humillados y ofendidos
Humillados y ofendidos comparte con la novela anterior el estilo narrativo: una vez más, la historia es narrada en primera persona (característica común de los primeros relatos del escritor) por uno de los personajes que la integra (en este caso el joven escritor Iván Petróvich). Se acentúa la... Ver mas
Humillados y ofendidos comparte con la novela anterior el estilo narrativo: una vez más, la historia es narrada en primera persona (característica común de los primeros relatos del escritor) por uno de los personajes que la integra (en este caso el joven escritor Iván Petróvich). Se acentúa la mención a la temática de la injusticia social (ya casi como denuncia), constituyéndose ésta en una de las bases sobre las que se erigirá la trama. Una segunda base o temática igualmente fundamental en esta obra es la idea del sacrificio, específicamente del «sacrificio al amor como acto de amor en sí», encausado bajo cierta complacencia masoquista del dolor propio en virtud de la felicidad ajena. Esta idea sería fundamental en la temática de las obras de Dostoyevski posteriores a su exilio, si bien puede advertirse ya en sus primeras obras (por ejemplo, en la actitud de sacrificio del «soñador» de Noches blancas). Una tercera base o temática constitutiva de esta obra lo es un tema que se haría más fuerte luego en Memorias del subsuelo: el triunfo de la voluntad de los hombres libres sobre la fatalidad -elemento que acercaría al autor a la corriente existencialista- presentándose, en esta novela particularmente, como una suerte de «triunfo sobre la fatalidad gracias a la experiencia de la fatalidad misma».
Otro aspecto que caracteriza a esta obra es el uso de elementos autobiográficos como recurso literario. Hay en ella una alusión clara a la primera novela del autor y su repercusión, así como a Belinski, su editor, que es aludido casi explícitamente bajo el nombre de «B.».
Otro aspecto que caracteriza a esta obra es el uso de elementos autobiográficos como recurso literario. Hay en ella una alusión clara a la primera novela del autor y su repercusión, así como a Belinski, su editor, que es aludido casi explícitamente bajo el nombre de «B.».
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