Artur Mas, en el Museo del Holocausto
Artur Mas no escarmienta. En su periplo internacional no ha logrado adhesiones a su proyecto independentista, más allá de expresiones de buena voluntad en materia comercial por parte de representantes políticos de segundo orden, pues en este año de espiral soberanista, el presidente catalán no se ha entrevistado con ningún primer mandatario.
Pese a ello, Mas ha finalizado un viaje a Israel lleno de simbolismo nacionalista —la tierra prometida, la creación de un nuevo Estado, la amenaza de otros países...— en el que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, no le recibió.
No estaba previsto que lo hiciera, pero la no inclusión del dirigente israelí en la agenda pone de manifiesto el fracasado intento de Mas de ser tratado como «jefe de Estado» y el desproporcionado séquito que le suele acompañar en sus viajes. Mas, en definitiva, ha sido recibido por las autoridades israelíes como, lo que es; un presidente autonómico.
También esta vez ha ido acompañado de un numeroso séquito. Oficialmente viajaron a Tierra Santa representantes de 30 empresas catalanas y de 19 centros de investigación, así como el consejero de Economía de la Generalitat, Andreu Mas-Colell; el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, y el secretario de Asuntos Exteriores y de la UE, Roger Albinyana.
Pero a esta comitiva hay que añadir el secretario de Presidencia, Jordi Vilajoana y el secretario de Universidades, Antoni Castellà, así como los jefes de gabinete de los consejeros y del alcalde, así como las esposas de Mas y Vilajoana (subrayan en Presidencia que ambas se han pagado el viaje de su bolsillo), el servicio de escolta, el jefe de prensa de Mas y su fotógrafo oficial. Es decir, más de 60 personas. No es la primera vez que el presidente de la Generalitat se rodea de un séquito tan numeroso. En octubre de 2012, viajó a Moscú y, además de hospedarse en el hotel más caro de la ciudad, tuvo una comitiva integrada por ochenta personas. De la estancia en Israel ha trascendido más el mensaje identitario que el empresarial. Artur Mas ha comparado Israel con Cataluña y aseguró, durante una conferencia pronunciada en Tel Aviv que «es muy emocionante para una nación que ha existido durante muchos siglos construir un Estado, a pesar de las dificultades y obstáculos que eso comporta y que Israel conoce muy bien».
Ya en Jerusalén, y con motivo de una visita al Museo del Holocausto, el presidente de la Generalitat criticó la actitud de quienes contribuyen a la «banalización del totalitarismo», al comparar a Cataluña y a los catalanistas con los nazis. «Les invito a que visiten el memorial Yad Vashem (dedicado a las víctimas del Holocausto)», dijo Mas.
El portavoz del PP en el Parlamento catalán, Enric Millo, acusó a Mas de viajar a Israel «con el objetivo de hablar mal de España para defender Cataluña». Millo considera una «falta de respeto para los propios israelíes que compare el conflicto árabe-israelí con la relación entre Cataluña y el resto de España». El popular instó al Gobierno catalán a «informar de los costes y del por qué de una delegación tan numerosa», así como de los resultados obtenidos en este viaje. El convergente se reunió también con el presidente de Israel Simón Peres, a quien asegura haber explicado su proyecto de transición nacional catalán, aunque el embajador español niega que la conversación versara sobre este asunto. Ese encuentro se realizó sin las banderas catalana ni española, y solo estuvo la israelí. Cuando Peres recibió en junio al presidente de Extremadura, José Antonio Monago, la bandera española sí estaba presente.
A lo largo de este año, Artur Mas ha viajado asimismo a Bruselas, París, Brasil y Bruselas. Todo ello se enmarca en su campaña de promoción del independentismo en el exterior.
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