Max Chilton, durante el pasado Gran Premio de Malasia.
- Max Chilton, hijo de un multimillonario, entre los novatos acusados de haber
'comprado' su lugar en la parrilla, a costa de pilotos con más talento
- Ayrton Senna llegó a la élite en los 80 gracias a los 240.000 euros que puso
sobre la mesa la empresa cafetera 'Segafredo'
- Al multimillonario británico Grahame Chilton le preguntaron una vez sobre el
inminente ingreso en su cuenta de 120 millones de euros adicionales tras un
canje de acciones. "No me cambiará la vida", dijo. Su fortuna sí ha cambiado la
de su
hijo Max, a quien las malas lenguas aseguran que ha comprado el puesto que
le ha convertido en uno de los cinco novatos que se estrenan este año en la
Fórmula 1. Es el mayor número de caras nuevas en la parrilla en una década.
Los puristas del deporte temen que los equipos estén poniendo los intereses
económicos por encima del talento, ignorando los resultados de las categorías
inferiores, deshaciéndose de buenos pilotos que no traen patrocinio y subastando
sus monoplazas al mejor postor. La crisis económica y las dificultades de los
equipos pequeños y medios para encontrar el dinero necesario para mantenerse en
la parrilla han aumentado la presencia de los llamados 'pilotos de pago'. Todos
ellos son rápidos pero, ¿son realmente los más rápidos entre los
disponibles?
De izda a dcha: Bottas, Chilton, Van der Garde, Gutiérrez y Bianchi. |
REUTERS
Aparte de Chilton, en 2013 se estrenan su compañero Jules
Bianchi (Marussia), Giedo van
der Garde (Caterham), Valtteri
Bottas (Williams) y Esteban
Gutiérrez (Sauber), un mexicano aupado a la F1 por la empresa de
telecomunicaciones Telmex, del magnate Carlos Slim. Un simple
repaso a los resultados del año pasado en la categoría inferior de GP2 muestra
la contradicción: ninguno de dos primeros clasificados, el nuevo piloto reserva
de Lotus Davide Valsecchi y el descartado por falta de
patrocinadores Luiz Razia, han logrado un puesto en la
parrilla. Sí lo han hecho pilotos que quedaron por detrás suyo, incluidos
Gutiérrez, Chilton y Van der Garde.
La influencia del dinero a la hora de renovar los equipos provoca todos los
años resentimiento en pilotos que creer haber sido dejados al margen
injustamente. El español Jaime Alguersuari denunciaba el mes
pasado, una vez confirmado que no tendría monoplaza para este año, un proceso de
selección que considera corrompido. "La
Fórmula 1 se ha convertido en una subasta", según el ex piloto de Toro
Rosso.
Cuando Senna fue 'de pago'
La Fórmula 1 siempre ha sido un deporte caro y el dinero ha sido fundamental
para llegar arriba, pero a menudo la balanza se inclinaba por el talento. El ex
piloto británico Jonathan Palmer recordaba en un artículo
publicado en 'The Times' que Ayrton Senna llegó a la F1 gracias
al patrocinio de Segafredo y que en los años 80 se necesitaba
poner sobre la mesa cerca de 240.000 euros para entrar en el club de pilotos. La
diferencia es que ahora cuesta "10 millones en patrocinio" garantizarse un
monoplaza.
Pastor Maldonado (Williams) es uno de los casos de 'pilotos
de pago' más mencionados por el apoyo que ha recibido del Gobierno de Venezuela,
que se comprometió a patrocinar con 175 millones de euros al equipo Williams
durante cinco años a través de Petróleos de Venezuela (PDVSA). La primera
consecuencia de ese acuerdo fue la no renovación del piloto Nico Hülkenberg. A
nadie extrañó que Maldonado se declarara en varias ocasiones admirador del
fallecido presidente Hugo Chávez, uno de sus grandes valedores.
La coincidencia es que el dinero puede abrir la puerta de la F1, pero solo
por un tiempo. La ausencia de resultados, perder consistentemente frente a tu
compañero de equipo y la falta de progresión suelen suponer una salida prematura
incluso si se tiene grandes padrinos. Los equipos grandes como Ferrari, McLaren
o Red Bull siguen teniendo el talento como prioridad, conscientes de que el
dinero vendrá con él. Pero para equipos más modestos, a menudo ahogados por los
costes, un padre millonario y con contactos con patrocinadores puede ser un
elemento decisivo.
Grahame Chilton ha desmentido que el contrato de su hijo con
la escudería Marussia esté ligado a la compra por su parte de participaciones
del equipo. Lo cierto es que su hijo Max ha aterrizado con una aportación de
11,5 millones de euros en patrocinios. Un dinero por el que su equipo está
dispuesto a sacrificar las décimas de tiempo que quizá podría haber aportado
alguien con más talento y menos fondos.
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